miércoles, 28 de junio de 2017

Micieces de Ojeda. MICIECERÍAS. Las calles de antes (III): con nieve, con hielo, con lluvia...y con riadas.




...CON HIELO, CON LLUVIA, CON NIEVE, CON RIADAS...


Si caía una helada, que era lo normal en el invierno, había que andar con mucho cuidado si no querías darte una costalada, es decir, caerte. El barro, el agua, los charcos se helaban. Ahora hablamos mucho, o nos hablan, de eso del calentamiento global, pero es que entonces, por aquel entonces, las heladas eran grandes, heladas de verdad… ¡Si hasta el arroyo y el río aparecía con frecuencia helados! Aún no teníamos agua corriente en las casas y la fuente no daba agua porque se había helado la tubería: la única y última solución era el río, que también estaba helado, en no pocas ocasiones. Pero siempre había alguien que rompía el hielo con el hacha o con el hacho y solucionaba el problema. Es que también había que dar de beber a los animales. 
¿Y cuando llovía? Pues… se lo dejaba caer, como se hace y se ha hecho siempre en todos los pueblos, me imagino. Pero si tenías que ir a algún sitio, mejor te separabas de las paredes de las casas, porque las goteras del tejado te caerían todas encima. No había canalones que las recogiesen y dirigiesen directamente al suelo o al alcantarillado, que tampoco había. El agua de la lluvia encontraba su propio camino en la calle para llegar al río. No era conveniente caminar junto a las paredes exteriores de las casas cuando había llovido o nevado y había habido una noche de frío intenso: de los alares del cada tejado colgaban chupiteles o carámbanos que podían caerte en la cabeza, y eso era muy peligroso.











¿Y cuando nevaba? Y antiguamente sí que caían nevadas de verdad, no de esas que simplemente cubren el suelo con una blanca sábana. Por aquel entonces, y dicen que más cuanto más lejano era ese entonces, había nevadas enormes, altísimas… estupendas. De mañana, en cuanto dejaba de nevar, ya había gente en la calle abriendo camino a base de pala. El camino no era sino un sendero entre dos paredes de nieve. Cada vecino abría el que más usaba hasta uno que era de uso general. Y no siempre iban junto a las paredes. Pero no podían faltar estos: uno que se dirigía a la cantina, o a las cantinas; otro que llevaba a la ermita; y otros dos para las escuelas: uno  a la de niños y otro a la de niñas. Y con el exterior, el pueblo permanecía aislado y separado del resto del mundo. La nieve caída era, hasta cierto punto, bonita, el paisaje cambiaba totalmente, había una nueva forma de jugar… y todo eso. Pero era una lata y un rollo, y había sabañones, y toses, y frío, y no te dejaban salir a la calle, y era pesadísimo eso de estar siempre en casa, y… Así que cuando me hablan de ir a la nieve a divertirse, yo siempre digo:
─No, gracias, que ya la sufrí bastante…
Cuando ya hubo tractores en el pueblo, se consiguió un quitanieves, unas cuchillas en forma de “V”, que se acoplaba a un tractor y facilitaba la apertura de caminos en la nieve, ahora ya eran caminos. Incluso se abría también la carretera. Aunque parece que ya no caían nevadas tan grandes.
¿Y cuando había riada? Pues… el río se las llevaba. Solo recuerdo una riada auténtica, del río ─del río MICIECES, claro─. Pues mira que hay diferencia de nivel entre el río y la altura de la calle en la zona de la Pesquera: el agua subió y subió, pasó la altura y cogió velocidad calle abajo hasta volver otra vez a su redil verdadero, el río, por allá por el puente. Y salimos a ver como corría el agua por la calle, y había gente que ponía sacos o algo para que no les entrara por la portonera, y las madres gritando que no marcháramos, que tuviéramos cuidado, que…─eso que dicen siempre las madres, o que se lo gritan a sus hijos─. Para nosotros, niños al fin y al cabo, era un espectáculo bonito y nunca visto.

Otras crecidas he visto, eso muchas veces, pero que saltasen a las calles del pueblo, solo me acuerdo de esa. Y de otra que casi, casi… Del arroyo aquel que pasaba por el centro del pueblo, sí: ese se desbordaba casi por nada y se salía de su cauce y se iba a pasear por las calles, hasta que mansamente ─más o menos─ se iba a descansar al río.
         Pero siempre hemos pensado que hace falta una riada tipo 

diluvio universal para que a Micieces se lo lleve el río.

(JLR)








Puedes ver también:

- LAS CALLES: Trazado urbanístico.
- LAS CALLES DE ANTES.

Y más sobre Micieces en: www.miciecesmipueblo.es : Micieces es mi pueblo.

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Himno a Micieces de Ojeda