lunes, 3 de abril de 2017

Micieces de Ojeda. MICIECERÍAS: El cultivo de la vid y el Alto de las Viñas.



Una parra en Micieces.


EL CULTIVO DE LA VID Y EL ALTO DE LAS VIÑAS
(JLR)

¿Por qué el tal nombre? Micieces nunca fue tierra de vides. No existe en el pueblo la cultura de la vid, que no significa que no tenga la del vino: ¡tres cantinas hubo en tiempos…! Pero eso es otra cosa.
Yo recuerdo de mis tiempos de niño que la única viña real que conocí en el campo fue una que había en La Vid, junto al cruce de la carretera de Micieces: después se transformó en era y ahora es tierra de cultivo de cereales. Sin embargo, en el valle del Boedo sí que cuentan que se hacía vino, y yo recuerdo haber comido uvas cogidas directamente en una viña familiar en la Valdavia.  
El topónimo Las Viñas viene precisamente de lo que se cultivaba en esa zona: era tierra de viñas. Así que sí hubo vides y viñas en Micieces. Pero con muy buen criterio fueron desapareciendo poco a poco: hoy solamente los miciecenses de más edad, de bastante más, son los que dicen haber visto alguna viña en el pueblo. Alguien recuerda que una de las últimas, si no la última, que se arrancó estaba a la vera de la carretera de Payo, cara al sol del sur y mirando al pueblo.
¿Por qué desaparecieron? Más que desparecer, las arrancaron y dedicaron aquellas tierras a otros cultivos.
El terreno alto del alto Las Viñas no es que sea el más apropiado para el cultivo de la vid. Para las viñas se necesita un terreno poroso, que filtre el agua, con un buen drenaje, que no lo encharque… Necesita también un terreno suelto, pero no pura arena y cascajo y, al menos, un mínimo de profundidad de terreno cultivable. Y la arcilla roja no es porosa, ni por sí misma tiene estas características. La ladera sur y, sobre todo, lo que es ya valle al sur se prestan más a ese tipo de cultivo. Además, está de cara al este y al sur, es decir, de cara al sol y a un cierto remanso del cierzo. 
Pero lo peor no es tanto el terreno cuanto el clima. Ahora mismo en Micieces hay algunas parras dentro del pueblo y, por lo tanto, más arremansadas, que suelen dar mucha uva, pero su maduración apenas llega, o lo hace ya muy tarde, con el frío de setiembre, y, por tanto, no llega a sintetizar bien el azúcar que, luego, producirá el alcohol del vino. Y ese es el problema: el vino que sale de esta uva suele tener un grado de acidez muy notable, lo que le hace poco agradable para beber. El vino miciecense solía ser del tipo chacolí, flojo y ácido.
Por otra parte con las cepas o vides sucedía lo que con todos los frutales del pueblo: son prácticamente añeros. Unos años dan fruto, incluso mucho, y otros, nada o apenas algo para demostrar que siguen siendo frutales. Una helada mañanera a destiempo y termina con toda la flor o con los frutos recién comenzados a desarrollarse… Una lluvia de goterones gordos que cae con fuerza o un pedrisco y arrasan toda la fruta, además de otras cosas… Esto sucedía, y sigue sucediendo, con los frutales más característicos ─manzanos, perales, ciruelos…─ y sucedía también con las vides.
Así, pues, los viticultores miciecenses pensaron con muy buen criterio: las tierras producen más de cereales que de uva, y con el producto del cereal se puede comprar vino que, por lo menos, es mejor que el que se pueda producir en el pueblo. Y poco a poco fueron arrancando las vides y dedicando el terreno a otro tipo de sembrados.
        Parece curioso, pero en el pueblo no quedan restos ni vestigios de lagares ni de bodegas, ni de sitios o lugares u objetos que denoten y recuerden la actividad vitivinícola. Solo alguna que otra cuba vieja, ya sin uso y medio desvencijada, hemos llegado a ver en alguna casa. Y decían sus dueños que en ellas era donde se hacía el vino cuando en el pueblo se hacía vino. Y en alguna de las casas más antiguas, todavía se llama bodega a la sala que ejerce de despensa, almacén, trastero o de algo similar. Pero no se encontrarán lagares, ni tinajas vinateras, ni… Quizá alguna navaja de vendimiar, o tijeras de podar, pero en desuso, o utilizadas para podar otro tipo de plantas.
Allá por la década de los cuarenta (1940, claro) un vecino de Micieces intentó hacer algo así como una bodega. Al menos así lo ha llamado siempre la Micipedia. Alguno explicaba que lo que quería hacer era un bar más modernizado que una cantina. Y otros explicaban que lo que quería hacer, bajo la capa de bar o bodega, era una especie de polvorín o almacén de armas, cosa esta bastante difícil dada la época política y el pueblo y sitio en que lo quería hacer… Lo situó en uno de los morros que sobresalen de los cárcavos en la zona que se  llama La Reina,  camino del Indiviso. Esos altos y cárcavos son de pura arcilla roja. El proyecto era, digamos, hacer una bodega subterránea, al estilo de las que hay en pueblos de más al sur. Pero la tierra, aunque dura como arcilla que es, no resistió y se hundió. Y ya no hubo más intentos de hacer nada subterráneo, ni bodega, ni almacén, ni refugio… Los últimos vestigios de que allí se había intentado hacer algo desaparecieron cuando la empresa que arreglaba la carretera de Payo metió máquinas para llevarse tierra y arregló e igualó laderas y cárcavos.




Alto de las Viñas.













Alto de las Viñas.
Puedes ver también:

- LAS VIÑAS Y EL SESTIL.
EL SESTIL Y LAS CACHAVAS.
- HISTORIA DE UNA CACHAVA.
- ROMANCE DEL MOLINO DE PALAHIERRO.
- ROMANCE DEL MOLINO DE GORRÓN.








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