miércoles, 20 de enero de 2016

Micieces de Ojeda, LAS COMIDAS (I). Las horas y los nombres de las comidas.




LAS COMIDAS
Las horas y los nombres de las comidas.

(JLR)


Sopa de ajo.

Antes ─situemos ese antes en el tiempo: antes de la década de los sesenta del siglo pasado, 1960─, en los pueblos castellanos, como en otros muchísimos sitios, el nombre de las comidas del día eran: almuerzo, comida y cena. Y como el día era tan largo, sobre todo cuando se trabajaba el campo, había que hacer unos suplementos de comida y descanso a media mañana y a media tarde: echar las diez y merienda. Esto siempre contando con que la época no era de crisis colectiva o familiar y con que en la despensa familiar había qué poder comer. De manera que el orden de las comidas era:

-        Almuerzo: al levantarse.
-        Las diez (echar las diez): a media mañana.
-        Comida: al mediodía.
-        Merienda: a media tarde.
Patatas.
-        Cena: en la noche.


Pero el progreso económico y cultural y la influencia de culturas ajenas, sobre todo la anglosajona, han conseguido uniformar no solo el contenido en las comidas, sino hasta el mismo nombre con el que siempre se nombraron las del día. ¡La globalización se nos ha metido hasta en la sopa!, ─sea dicho esto sin ánimo de ofender a la sopa, pero sí en el doble sentido de lo real y de lo metafórico─.

Hoy a estas comidas del día, que detienen la actividad laboral de la gente, se las suele denominar: desayuno (lo que antes era el almuerzo), almuerzo (lo que era “echar las diez”), comida, merienda y cena.


1.  DESAYUNO (ALMUERZO)


Es la  primera comida del día, generalmente ligera. El nombre deriva del hecho de que se rompe el ayuno de la noche con lo que se come a primera hora de la mañana, o sea, se “des-ayuna”, se anula el ayuno.


          Para los miciecenses, y para los habitantes de las zonas cercanas, el concepto de desayuno conlleva la idea de poca cosa: un café, una taza de leche, es decir, algo que no sirve para ir a un trabajo duro. Desayuno lo podían decir y hacer los de capital, los que no tenían un trabajo de mucho ejercicio físico que gastase muchas energías, o sea, los de vida sedentaria… Quien tenía que trabajar en el campo, almorzaba, y bien. Por eso aquí no se desayunaba: se almorzaba. Algunos empezaron a desayunar cuando los miciecenses que habían emigrado del pueblo, volvieron cambiados por la economía, con hechuras de ciudad y sin necesidad de trabajar en el campo. O cuando la edad obligaba a hacer restricciones alimentarias por motivos de salud, o la jubilación permitía el lujo de acumular grasas sin la necesidad de un trabajo que las gastase.

          La palabra desayuno, aunque no fuese desconocida, era inusual y fue metiéndose en el vocabulario del pueblo poco a poco, junto con el concepto y la realidad que encerraba. Porque en Micieces, y en su entorno, en aquel antes que decía arriba, no se desayunaba, se almorzaba.


2. ALMUERZO – (ECHAR LAS DIEZ)

La palabra almuerzo, con su concepto y contenido, sí que ha evolucionado:
·       El DRAE admite los significados de comida que se hace a media mañana, entre el desayuno y el mediodía, y el de comida que se hace al mediodía. Su etimología proviene de la palabra latina relacionada con morder.
·       En no pocos sitios se llamaba así a la comida que se toma por la mañana entre el desayuno y la comida de mediodía, generalmente entre las 9 y las 11 de la mañana. En Micieces a esta comida de media mañana se le llamaba “echar las diez”, por considerar la hora de las diez como la que marca el medio de la jornada matinal laboral.
·       En otras zonas ─cada día en más sitios, por mor de la globalización del idioma, de las costumbres y de la influencia anglosajona─ se llama almuerzo a la comida del mediodía. Es decir, lo que nosotros siempre hemos conocido por “la comida”, sin más. Pero este concepto chirría a los que siempre hemos llamado almuerzo a otra cosa.
·       Para nosotros, miciecenses y habitantes de nuestra zona geográfica y nacidos ya hace…años, almuerzo fue siempre la primera comida del día. Con frecuencia era comida de cuchara, a la que podían sumarse otras cosas de alegre y nutritiva compañía.


ECHAR LAS DIEZ


Esta comida solía ser más que un “tentempié” hacia media mañana, en la mitad, más o menos, de la jornada laboral de la mañana. No solía ser comida de cuchara, pero sí energética y, para mayores, regada con vino. Se paraba el trabajo, se buscaba el remanso o la sombra, o un lugar adecuado, se comía, se descansaba, se charlaba, se…echaba el cigarro ─seguro que habría que decir se sacaba la petaca, se liaba el cigarro o pitillo…─. Y luego, ya casi descansados, al trabajo de nuevo, mirando de reojo al sol, o al cielo, a ver cuándo llegaba la hora de comer… ¡Tiempos aquellos…!


Los niños de escuela, cuando nos daban recreo, que no siempre, echábamos una carrera a casa a por un bocadillo de pan con algo ─el bocata, el sándwich y parecidos, nacieron después─. Y si no había nadie en casa, pues eso, a aguantarse… Y, ya en la escuela, mirar sin ver, escuchar sin oír, soñar sin atender, hasta la hora de salir corriendo… ¡Tiempos aquellos tan lejanos…!

En el mundo de la ciudad y del trabajo de oficina, a esta parada laboral de media mañana, se le suele llamar “el café”, “la hora del café”, que, por supuesto, suele ser café y algo más, pero no llega nunca a la hora de descanso y hasta está regulado su tiempo por ley en algunos convenios laborales. 


 


3.  LA  COMIDA
         
Es la del mediodía. Con toda la razón y con toda propiedad era “LA comida”. Y era la línea que marcaba la separación de la mañana y de la tarde. “Buenos días”, se decía antes de comer, aunque la comida fuese tarde ─sin exagerar, claro─. “Buenas tardes”, era el saludo que se daba después de comer. No éramos tanto del reloj, como lo son otros de otras culturas, cuanto de los hechos que marcaban la división del día.

          La comida, siempre que fuerza mayor no lo impidiese, se hacía en familia. En nuestra cultura, el comer, sobre todo LA comida, no solo era una cuestión de alimentación, sino también de convivencia y de relación familiar y social. Y esto era muy importante. Por eso se cumplían unos ritos, o tradiciones, de los que hablaremos después.


4.  MERIENDA

La hora de la merienda era pasada ya la media tarde. ¡Y qué largas eran las tardes del verano! El contenido de la merienda dependía de cada casa, del trabajo que se estaba haciendo y, desde luego, de la edad de los merendantes. Casi siempre se recurría a la matanza ─conservas de la matanza del lechón─, a las conservas en lata, a los frutos del huerto y dependían del ingenio y habilidades del ama de casa, que normalmente era siempre la madre de familia.



5.  CENA

Era tarde. Y, visto aquello desde mi perspectiva de una vida regida por
 el reloj, me sigue pareciendo demasiado tarde. Y más en el verano. Pero la vida era como era. Había que recoger la era, terminar algunas labores, cuidar a todos los animales de la casa ─niños aparte─, es decir, dejar clausurado y en orden el día que terminaba. La cena no es que fuera tan ritual como la comida del mediodía, pero también lo era: la familia se reunía y cenaba. En el invierno siempre se adelantaba la hora y, luego, se solía prolongar la tertulia al amor de la lumbre del hogar.




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